viernes, 6 de septiembre de 2013

Desde mi pantalla observo y participo de la realidad que me rodea. Estamos viviendo un tiempo apasionante, con cambios sociales y culturales extraordinarios, rápidos, sorprendentes. Leo los diarios de mi país, intervengo y opino en foros de discusión, consumo programas televisivos de política y sociedad y trato de formar mi propia opinión. En esto influye mi experiencia de vida, los lugares donde he vivido y trabajado, los acontecimientos de que fui testigo.
Soy una mujer de mediana edad, casada, con hijas y nietas. Con pérdidas y ganancias, como nos pasa a todos. Nunca me enganché con ningún partido político ni milité en ninguno. Claro que durante mi adolescencia y mi paso por la universidad, las condiciones políticas con proscripciones, dictaduras, golpes de estado y mucho silencio y desinformación, no era fácil politizarse excepto si uno ya tenía un fuerte compromiso con alguna idea. Yo no la tenía. Mi familia no hablaba de política y me resultó natural así que me dediqué a estudiar mi Profesorado de Psicología, casarme y trabajar en lo mío. Muy neutral. Evitando tomar posiciones porque realmente ninguna me motivaba.
Soy agnóstica, aunque fui criada en la religión católica, bautizada y demás. Por tradición, he bautizado a mis hijas, que son tres mujeres actualmente y me han regalado tres bellas nietas. Como ven, chochera de abuela.
Durante la última década, el balance era negativo: la pérdida laboral de mi compañero, el exilio de una hija que buscó en Europa una vida que aquí no era posible, el cuerpo pasando factura por ese stress devenido de ver una realidad desquiciada, desesperante, abismal me llevaron hacia la información.. Y apliqué mi tiempo en observar, con bastante desconfianza debo reconocer. Y aplicar mi sentido común, mi memoria, mis esperanzas puestas en personajes que traicionaban sus propuestas en cuanto llegaban al "poder".
Y lentamente, el vaso comenzó a llenarse.
Hoy milito desde la palabra, porque el cuerpo no me acompaña para pararme. Pero la palabra escrita pesa, los archivos refrescan la memoria y nos encaminan hacia realidades nuevas. Que necesitan nuestro esfuerzo, por pequeño que sea.

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